Una familia tiene, de media, tres viviendas en su vida según todas las estadísticas. La primera de
ellas es la vivienda que adquirimos al independizarnos; la segunda, para adaptarnos al número de
hijos; y la última, que es la que generalmente se adquiere cuando los hijos se marchan de casa, y se
opta por cambiar a una vivienda más pequeña, más céntrica, o en una localidad mejor valorada
para pasar los años de jubilación.